Después de un intenso viaje por las tierras jujeñas, luego de mucho indagar sobre la figura de Milagro Sala y sobre la obra social y política de la organización Tupac Amaru, tras constatar un pueblo partido en dos por sus identificaciones raciales y clasistas, y tras conversar largo y tendido con Raúl Noro, dirigente de la organización y enamorado compañero de vida y de lucha de Milagro, nos quedamos con unas cuantas sensaciones vibrando en el cuerpo. Va un pequeño poema a modo de crónica y de pretendida síntesis.
Allí, donde el Qhapaq Ñan confluye en la Plaza de Mayo,
bajo el signo de Tupac y de Eva,
nació una niña llamada Milagro.
Entre pututus y bombos peronistas,
bajo el el azote de tacuaras y fusiles,
a la vera de Surimana, casi llegando a Los Toldos.
Allí mismo nació un niña empapada de sudores .
Una recia niña llamada Milagro.
Y fue arrojada Milagro al mundo
para rodar como un guijarro perdido
por los valles amarillos, por la puna blanca,
por las yungas verdes, por las rojas quebradas.
Para resbalar por las calles grises y sus grises estertores.
Su miseria tan llena de cueros,
su raza tan llena de sexo,
su humanidad tan llena de hambre.
La fe mueve montañas,
pero también las hace saltar por los aires.
Y cuidado de esta fe cuando pierda el cauce,
de este amasijo cuando se leve en patria,
de esta esperanza cuando sacie su sed caníbal
en la sangre rica de los pálidos cogotes.
No quedará piedra sobre piedra,
ni siquiera en las apachetas de los abras.
El río seco abrirá sus secretas compuertas,
y las aguas del Xibi Xibi, ahora manantiales,
limpiarán la bosta de sus márgenes.
Y el hijo del conquistador, que quiso encerrarte,
condenarte a la metástasis o descoyuntarte,
lo mismo da,
te verá horrorizado crecer, multiplicarte,
agigantarte para abajo
como la cabeza del Inkarri.
De pronto golpearán a la puerta de sus fiestas oligárquicas,
y allí los millones los levantarán en peso.
Y será larga la procesión.
Y sera necesaria.
Y será cruenta.
Y será triste.
Pero al final campearán en Alto Comedero los sagrados Carales,
los imponentes Tiahuanacos,
y languidecerán de nuevo los Incas al amparo de sus Andes.
Y desde allí gobernarán la tierra,
una tierra ancha y abundosa,
toda sembrada de niños y de ajuares.
Y no habrá mas sudores que los de la faena compartida y el juego de pelota,
y ya no quedarán baldíos ni latifundios,
y el cielo será de nuevo azul celeste,
en el reflejo manso de los grandes piletones.
Mayo de 2017. San Salvador de Jujuy.