Si me voy ahora

Si me voy ahora, me iré con la tristeza toda
de las cosas inconclusas.
Desde el mismo umbral de este mesón, aunque me echaran,
gustoso pagaría tres veces la cuenta.
Y más una rodada a la generosidad sin límites,
porque solo el chúcaro mide sus despensas.
Está lloviendo y las lagartijas salen afuera a pudrirse en la necedad del tiempo.
Yo también saqué la lengua con ellas.

Si me voy ahora me iré con la tristeza toda de las cosas inconclusas.
Le falta una silla a mi silla impar.
A mi mano una mano pequeña que en las noches tremola y con sus fantasmas se entiende.
Como un niño que descubre a su padre disfrazado de rey mago,
vi una cara que no era para mi.
Y tampoco mi cara irreconocible fue una cara de niño.
Es con las mismas manos de la guerra que se ama, pero antes se las debe podar.
Admito que he visto por aquí cosas inverosímiles,
pero nunca a un árbol solo
tijeretearse las barbas.

Si  me voy ahora me iré con la tristeza toda de las cosas inconclusas.
¿Pero a donde podría ir?
Si no hay nada más al oeste, nada existe al norte, y el sur queda tan lejos.
Ningún viento alisio ofrece una plomada y un nivel sobre las aguas y las algas.
¿A dónde podría ir?
Si tengo una esquirla de una brújula clavada en los pies
y hasta los espantapájaros demuestran más predisposición al viaje.
Si tengo las raíces como fulminadas por calambres.
Si esta es bohío, la isla-casa.

Si me voy ahora me iré con la tristeza toda de las cosas inconclusas.
Quien parte y vuelve a casa puede optar por permanecer o volver a partir.
El equilibrio violento de sus probadas pasiones por lo conocido
y su empecinada fascinación por lo extraño,
le dará la resultante.
Pero quien parte desde lejos y equivocadamente solo,
sin posarse sobre la piedra de toque,
solo se extravía,
a si mismo se pierde.
Hasta el viajero de zanco más largo no ocupa tendido más que ocho palmos de arena.

Aquí me quedo pues, todavía, pero no por estas abstractas consideraciones
ni porque sea éste un sitial definitivo.
Me quedo porque es aquí
que espero el canto próximo de mi guacamaya,
que hace más azul el azul del mundo.
Porque una casa es donde la fragua de sus pies descalzos se posan.
Porque en adelante quiero errar es sus alas fuertes y crespas.

Aquí te espero guacamaya.
Aquí me quedo pues, todavía.

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