Diana soñó con un río.
Y como ella trabajó en la noche,
en esta mañana me toca contarlo.
Sucedió en un paisaje del llano,
casi llegando a la pampa,
entre trasfogueros y restos de fogones,
las plantas rendidas al pie, el arbusto amargo.
En esos lugares donde la horizontal fatiga del que vive fugando,
se ancla en la entreverada hospitalidad del río.
Un río, aquel, con dos corrientes mutuamente recelosas.
Aguas de musgo, aguas de barro.
El moan estaba en el agua, la lechiguana panza arriba en el pasto.
Allá lejos se sacaban la leche las tropillas hembras de centauros.
Una redecita en un brazo del río
atajaba una esmeralda con dos dientes hincados.
Yo estaba sin ropas, desnudo desde la desnudez para abajo.
Las sienes blandes de ideas,
las manos duras de callos.
El triángulo en la forma y la forma en el triángulo.
El pico caliente, salpicado de vino.
El pecho abollado por un canto rodado.
La barba estaba más dura, trinchera de grillos,
pobre contrafilo del peleador sin nudillos.
Mis nalgas estaban a la altura del agua,
tensas de vergüenza y de frío.
Debajo de todo,
sobre la arcilla del río,
los pies arrugados.
Yo tenía un niño en brazos,
pero el escurridizo se trepaba por mis barbas,
saltaba al agua,
brincaba con los tapires,
me pedía palmaditas en los omoplatos.
De inocente nada: ya me lo dieron así,
responsable, sano,
gordo de culpas el muchacho.
Los ojos bien negros del que ofrece sosiego.
Una espiguita de trigo toldándole el remolino.
La nariz redonda como un bombillo apagado.
También había un tío.
Un tío que contaba cuentos,
la jeta y el sombrero ladeados para el mismo lado.
Un tipo buenísimo,
un reidor legendario.
Los brazos fornidos de tanto abrazo bien dado.
Anfibio en el agua, guijarro en el Ande,
rasante en la selva, llanerazo en el llano.
Estaba crecido de leyendas o tal vez de zancos.
Me miraba.
Miraba el niño.
Miraba el río.
Se reía de buena gana.
Se reía con un ojo guiñado.
Si es como él que se llama la tierra, Diana,
¿Cómo se llama tu río?
Si es como él que se llama la tierra, Diana,
¿Cómo se llama tu niño?
Pero, ¿dónde estaba Diana,
empapada acaso en su propio delirio?
Diana estaba en todas partes.
Diana vos eras el río.
El río donde bautizo a tu niño.
23 de Junio del 2018 – Monwi, Haití