Pawel Kuczynski: el futuro (posible) en una sola viñeta

Pawel Kuczynski es un ilustrador polaco reconocido por sus brutales sátiras políticas, sociales y ambientales. Algunas reflexiones sobre su original propuesta y un muestrario de su obra. Publicado en Marcha el 30 de Enero de 2013.

Pawel Kuczynski es un ilustrador polaco reconocido por sus brutales sátiras políticas, sociales y ambientales. Algunas reflexiones sobre su original propuesta y un muestrario de su obra. Publicado en Marcha el 30 de Enero de 2013.

Pawel Kuczynski es un dibujante originario de la periferia europea, más precisamente de Szczecin, Polonia. Nacido en 1976, se graduó en la Academia de Bellas Artes de Poznan. Desde 2004 desarrolla su trabajo de ilustración satírica en gran cantidad de publicaciones del este europeo, lo que le ha valido decenas de distinciones y ser ganador de otros tantos concursos, como por ejemplo el máximo galardón de la Asociación de Humoristas Gráficos Polacos.

nos ofrece también ilustraciones referidas al hambre, el racismo, la represión política, la alienación, el consumismo y otros tantos que según el ilustrador, “son los nuevos temas inmortales y atemporales del arte”

Pero el principal impulso a la difusión de su concienzudo trabajo, ha venido de las redes sociales y de las nuevas tecnologías que le posibilitan impactar hondamente en las conciencias de personas repartidas por todo el mundo. Y con una orientación masiva y democratizante de la que no goza el arte moderno, que según él, “no interesa a la gente normal”.  Además, tal como reconoce Kuczynski, su arte de una sola viñeta se adapta a una subjetividad moldeada por las nuevas tecnologías, que si bien consume grandes cantidades de información, exige un formato breve, de impacto. Paradójicamente, pese a reconocer el papel progresivo de estas nuevas herramientas, el polaco se muestra reticente a aplicarlas en el propio proceso creativo. Así, se proclama “anticuado”, y a los nuevos usos y costumbres del mundo del cómic antepone el papel, las acuarelas y los lápices de colores. El resultado: obras de tonos pastel, saturadas, brutalmente satíricas y propias de un observador atento no tanto de la condición humana en general, como de la condición humana en un tipo de sociedad específica.

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Son cinco los tópicos fundamentales de la obra de Kuczynski, en los cuales, desde diferentes perspectivas, abreva una y otra vez. Primero encontramos una incisiva crítica a la guerra, desde el presupuesto militar hasta los niños soldados, pasando por una particular visión del heroísmo bélico. Probablemente esta insistencia tenga que ver con la historia de su ciudad natal, que fue arrasada por los bombardeos de las fuerzas aliadas en la segunda guerra mundial. En segundo lugar encontramos como temática una denostación permanente a las clases dirigentes y al rol de los políticos profesionales. Tercero, podemos mencionar la reflexión metaforizada sobre el maltrato y el consumo animal y la relación del hombre con las otras especies que pueblan el planeta. En cuarto lugar, la puesta en escena de la desigualdad social mediante el uso de contextos y personajes antagónicos, que solapados en forma realista o fantástica conmueven la sensibilidad del espectador. Así, por ejemplo, podemos ver en la misma viñeta a trabajadores tal vez birmanos o vietnamitas recogiendo fatigosamente el arroz que un feliz matrimonio desperdicia al salir de la iglesia.  Y por último, y con vasos comunicantes con las otras temáticas, hay una persistente crítica a la situación ambiental, desde la óptica de la catástrofe o de la utopía negativa. Un orfebre examinando a una gota de agua como a algo precioso, un lujoso yate nadando en una bañera, el globo terráqueo como una olla a presión, son parte de su catálogo de ironías.

Pero su obra está lejos de agotarse en cinco rubros, y nos ofrece también ilustraciones referidas al hambre, el racismo, la represión política, la alienación, el consumismo y otros tantos que según el ilustrador, “son los nuevos temas inmortales y atemporales del arte”. Pero este itinerario que a simple vista puede parecer una constatación estéril de las catástrofes  presentes o futuras, deja lugar para la fantasía y la esperanza, para imágenes oníricas y exquisitas ambigüedades que nos dejarán cavilando o discutiendo distintas interpretaciones sobre el significado de los dibujos. Su arte también cede terreno al humor, que es la contracara inevitable de toda sátira, un humor que no será sencillo ni arrancará carcajadas, es cierto, pero que a cambio ofrece sonrisas sorprendidas y muecas más que significativas.

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Si quisiéramos rotular cómodamente la obra de Kuczynski, diríamos sin lugar a dudas que se inscribe dentro de la larga tradición realista. Pero como este término aporta más imprecisiones que certezas, es necesario aclarar que su realismo nada tiene que ver con el tan livianamente condenado realismo socialista, así como tampoco se opone per se a ninguna forma de ciencia ficción o fantasía. Más bien podemos decir que el de Kuczynski, paralelamente al de las clásicas utopías negativas del siglo XX como las de Zamiatin, Orwell, Huxley y Bradbury, es de un realismo que llega a lo fantástico, a veces por exageración y otras veces por anticipo. En fin, obras que nos hablan simultáneamente de un presente crítico y de un futuro probable, distante de cualquier razonable utopía.

Si nuestra civilización entera desapareciera mañana, como parecen augurar algunas de sus imágenes, las generaciones venideras encontrarían en Pawel Kuczynski a uno de los últimos y más lúcidos críticos de su decadencia.

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Para los interesados en conocer su obra, recomendamos la escueta página oficial y sobre todo su fan page en facebook, en donde es frecuente y muy enriquecedor el intercambio de interpretaciones sobre las ilustraciones del autor.

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